FILOSOFIA

09.01.2002 03:11

 

FILOSOFÍA  DE  LA  EDUCACIÓN ADVENTISTA

 

 

     Una filosofía de la educación  se basa en el  concepto que los creadores  de un sistema  educacional tengan  acerca de  la naturaleza  del  hombre,  su  origen  y  el   propósito  de  su existencia.    Sólo  cuando  se  han   aclarado  estas  vitales cuestiones de  la antropología filosófica  es posible idear  un sistema   educativo  capaz  de  ayudarnos a satisfacer nuestras necesidades y alcanzar el propósito de la vida.

 

     La educación  adventista posee, por  cierto, tal filosofía antropológica,  la  que  se  fundamenta  en   una  cosmovisión derivada de  la fe  cristiana    Esta visión  se inicia con  la aceptación de un  Dios personal, amante  y eterno que siempre ha  existido,  que  es Todopoderoso  y fuente  de  toda  vida, verdad, belleza y valores.

 

     Según   las  Sagradas  Escrituras,  fuente  de  todas  las creencias adventistas,  el origen del  hombre se describe  como un acto creador de Dios  (Génesis 1:27).  Tal  origen demuestra que  el  hombre  debería  vivir  en  perfecta  relación  con su Creador, pues de otro  modo no podrá expresarse con la plenitud de su ser.

 

     Este conocimiento  del origen del  hombre es indispensable para  la pedagogía,  pues al  educar  al  niño o  al joven  el profesor  debe  realizar  un  esfuerzo consciente  y constante para restaurarlo a su estado original.

 

     La idea  de que  el hombre  es un  ser creado  a  imagen  y semejanza de Dios incluye  todos los  aspectos de  su ser.  Su naturaleza  estaba en  armonía  con la  voluntad  de Dios.   Su mente era capaz de comprender  las cosas divinas.    Sus afectos eran puros,   sus apetitos y  pasiones estaban  bajo el dominio de la razón.   Era santo y se sentía feliz de llevar  la imagen divina y  de mantenerse en  perfecta obediencia  a la voluntad del Padre.

 

     Sin embargo, en esta vida  de perfecta relación  y armonía del  hombre  con su  Creador se  introdujo  el  pecado,  una separación de Dios que destruye  al hombre en su  todo, incluso su capacidad  de relacionarse con Él.  Al  desobedecer a Dios, los hombres  se iniciaron  en  un camino  de autodestrucción  e infelicidad.     La tarea del proceso educativo es, precisamente, restaurar al hombre a su condición original perdida.

 

"La  obra  de la  redención debía  restaurar  en el hombre la imagen  de su   Hacedor,  hacerlo volver a la perfección con que había sido  creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente  y el alma, a  fin de que  se llevase  a cabo  el  propósito  divino de  su creación.    Este  es el  objeto de  la educación,  el gran objeto de la vida"    (La Educación, pág 13)

 

    La  educación y  la redención se  unen en  su esfuerzo por restaurar al  hombre a la  plenitud de su ser  original y a  la armoniosa relación con Dios.   Esta educación trabaja para  que el niño y el  joven se  desarrollen  físicamente,  para  que comprendan   sus  responsabilidades  morales,  para   que  se desarrollen como un  ser personal, para que alcancen la madurez de su individualidad en  pleno ejercicio de sus facultades  de pensar y actuar, para que se  expresen con abnegación y amor, y para que su trabajo corresponda al de un abnegado  siervo de su prójimo y de su Creador.

 

El   verdadero  conocimiento   de  Dios,   la  comunión  y compañerismo  con  El  en  el desarrollo de  un carácter semejante  al divino constituyen  la fuente,  los  medios  y  el  objetivo  supremo de  la  educación adventista.    Es por  ello que  esta educación  se basa en  las Sagradas Escrituras,  haciendo  de la Biblia el primer libro de texto del niño.

 

            Como consecuencia de su interés en la restauración del  ser humano a la  imagen de su Hacedor, interés  que se  traduce en el lema  "Educar es  redimir". la IASD mantiene un   sistema  educacional   que incluye parvularios, escuelas  básicas, liceos, colegios superiores y universidad   es.   El propósito de  la existencia   de  estas instituciones es, por una parte, transmitir  a  sus niños y  jóvenes  sus  ideales,  creencias, actitudes,  valores,   hábitos  y   costumbres  y,  por   otra, asegurarse de que  puedan  recibir una  educación equilibrada, que comprenda los  aspectos físico, mental, espiritual, social y  vocacional en armonía con los ideales de la iglesia y con la existencia de  Dios como  fuente de toda  verdad y de  todos los valores morales.

 

Las instituciones educativas adventistas no solo se interesan en preparar ciudadanos amantes de su Patria y de la ley, sino  que, en adición a ello, procuran formar cristianos leales y concienzudos.